Haz lo que yo digo, pero...

En el post El discutión dijimos: "No siempre sabemos discutir de manera productiva, sobre todo aquellos a quienes sirve el calificativo de “discutión”..." un personaje que por estos días es común encontrar en cualquier charla sobre conducción de la economía nacional.

La teja nueva antes de que caiga la gotera: No le está negado el derecho a nadie a opinar, tampoco está prohibido quejarse de situaciones creadas por alguna medida, y hasta se solicitan opiniones para tomarlas en cuenta en decisiones colegiadas.

Sin embargo, hay personajillos que parecen ir en ese rumbo, cuando en realidad están dando pasos a otros motivos al referirse a asuntos que demandan meditación y datos suficientes para llegar a conclusiones acertadas.

Los motivos pueden ser diversos, desde la mala fe, hasta por frustraciones personales, no obstante, incluyendo lo que estos digan, pueden ser tenido en cuenta a la hora de conocer estados de opinión o acopiar ideas para tomar decisiones.

Estos pensamientos llegaron mientras escuchamos un debate en la cola del pan, donde con la explicación de que con los dos vendidos a cada cliente no le alcanzaban y por eso debían marcar varias veces en la cola para poder comprar mayor cantidad.

Al tener más de un puesto en la fila, causaron confusiones que fueron aclaradas por los que iban delante: Tu vas detrás de mi, pero en la segunda cola, y ustedes en mi tercera cola...

Había unos cuantos con ese proceder, pero la voz cantante la tenía un personajillo que luego de esclarecer las posiciones de cada cual, explicaba que esas cosas ocurren por culpa de la escasez, y por ese camino mencionaba una serie de productos deficitarios.

Y así llegaron al inevitable tema de los precios, punto en el cual informó a todos de su situación: un solo salario, casi el mínimo, para mantener también a su esposa, el yerno no tiene trabajo, su hija está ahora embarazada. "Y todos tenemos que comer".

Llegado a ese punto torció hacia el ataque personalizado a cada dirigente que según él, había tomado una u otra decisión sin pensar en personas como él, autocalificado de "humilde" y "de a pie", mientras a los otros endilgó una serie de adjetivos que no todos aceptaron.

Tuvo respuestas múltiples que también incluyeron la contextualización de la pandemia y el bloqueo, que este "discutión" rechazó en términos absolutos porque según él, el único y exlusivo culpable es el autobloqueo.

Una mujer que había permanecido en silencio todo el tiempo, cuando ya no se escuchaba ninguna voz, parecía hablar consigo misma:

Yo no sé cómo usted no es el que está dirigiendo la economía en Cuba porque con todo lo que sabe... aunque si lo hace como mismo ha dirigido los pasos de su familia, esto va a ser un desastre mayor porque usted no ha logrado prosperar para tener más salario, su esposa no trabaja, su hija y su yerno tampoco y los tiene a todos viviendo su sueldo...

Aunque sonó simpático, el choteo era evidente: Oiga, él si puede dirigir porque su método es que haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago.

Por tanto, seamos un ejemplo y recordemos que las palabras siempre llevan un mensaje