Nunca supe su nombre, pero lo recordé siempre manejando un jeep Land Rover en medio de la oscuridad de una noche del año 1969 en la carretera de Trinidad a Casilda, por donde a esa hora ya no pasaría ningún transporte público de pasajeros.
Seis años después, en la década de los 70 del siglo pasado, lo encontré donde mismo me había dado “botella”, pero esta vez como peatón y lo invité a subir a un automóvil Peugeot 404 de mi propiedad, casi acabado de comprar en un abundante lote de vehículos importados de Argentina.
Además de esa marca de autos, hubo otros como Ford, Toyota, Chevrolet, y también locomotoras y camiones de los cuales quedan todavía en funcionamiento algunos gracias al cuidado, ingenio e inventiva de sus conductores y mecánicos. Debe haber sido la mayor importación de equipos automotores que haya logrado hacerse, para dar paso después a un declive con algunos paliativos.
Nunca le dije al benefactor que me dio la botella nocturna por qué tenía esa deferencia con él, pero a partir de ese día, no fueron pocas las veces que lo llevé hasta su destino, sin hacer caso a sus palabras de rechazo y petición de que no me desviara de mi ruta.
Cuando evitó que pasara la noche en el camino, aquel hombre era dirigente sindical en la antigua provincia de Las Villas, el mismo territorio donde otro personaje también conducía un automóvil estatal, pero que, lo mismo de noche que de día, hacía caso omiso a las señas de los botelleros para que nos favoreciera con un traslado.
Todas las veces que lo encontré como peatón, lo dejé plantado, lo mismo bajo un inclemente sol que una llovizna, pero tuve oportunidad de explicarle por qué cuando él creyó que lo hacía porque no lo había reconocido después de tantos años y vino a identificarse.
Estos recuerdos retornan cuando, en Santa Clara, y cuentan viajeros consultados que igual ocurre en otros territorios, pues la mayoría de los conductores (lo mismo el chofer profesional que el directivo) de automóviles estatales, asignados para facilitar gestiones de dirección, no alivian las penurias del prójimo necesitado de ir de un lugar a otro.
Sin dudas, queda demostrado que si bien hubo gestos de solidaridad humana durante la situación coyuntural de desabastecimiento de combustible, prevalecieron los casos de quienes obligadamente tuvieron que dar botella.
A quienes conminados por las autoridades tuvieron que padecer las molestias de detenerse unos minutos para recoger y dejar botelleros que les quitaran el placer de la privacidad al llevar el vehículo estatal lleno de aire, hay que mantenerles la presión encima.
A quienes escatiman esos minutos, pero pierden horas en trasladarse para asuntos privados en vez de ocuparse de sus funciones, hay que imponerles sanciones y cuantas medidas aparezcan para que cumplan esta decisión presidencial.
A quienes no dan botella, contribuyendo al descontento, al malestar popular, al descrédito de los que tienen alguna responsabilidad, hay que ubicarlos en el lugar donde les corresponde porque quien no tenga sensibilidad ante las necesidades de sus conciudadanos, difícilmente tenga vocación de servicio público.
A quienes son insensibles, les sirven estas palabras:
«…Si la “coyuntura” nos obligó a buscar en las experiencias de tiempos peores prácticas de ahorro engavetadas, apenas ha pasado la crisis más dura y algunos choferes de autos estatales han vuelto a subir los cristales y a olvidarse de la solidaridad. Y hay medidas que no pueden ser coyunturales. Tenemos que imponerlas hasta que la rutina las vuelva costumbre. Como todas las formas de ahorro y todas las prácticas solidarias (…) Esta es una decisión. No es un pedido. Es una disposición que doy en nombre del Gobierno y de las necesidades de la mayoría. Y exigiremos su cumplimiento porque es mandato del pueblo.…»
Así lo dijo el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez hace menos de un mes, el 21 de diciembre del año pasado.
Yamila
17/1/20 12:06
Estimado periodista siempre queda muy claro que es usted alguien muy sensible y acertado pues publica temas medulares, por ejemplo esté relacionado con la conciencia y la solidaridad del cubano, que queda demostrado que la conciencia de nuestra sociedad es masoquista pues si no tiene a alguien que los obligue a realizar acciones como dar una botella o al menos aliviar la situación del transporte no lo hacen, no es una realidad generalizada pues conozco un chofer que no necesita que haya un inspector que le haga seña, pero ya le digo es uno entre mil a mi parecer él es la excepción de la regla, ojalá los demás tomen un poco de conciencia y comiencen a hacer lo que les toca, aunque créame que en ocasiones los responsables de estos incidentes son los dirigentes que van en esos autos que hasta les mienten a los inspectores para no montar a nadie eso es muy difícil de detener aun y cuando sea una disposición gubernamental me parece que no va a cambiar y que el respeto a lo dispuesto no existe
arturo chang
21/1/20 7:53
También por el costo político y los daños que causan a los valores de una sociedad, hay que resolver esta situación que usted dice: "en ocasiones los responsables de estos incidentes son los dirigentes que van en esos autos que hasta les mienten a los inspectores para no montar a nadie eso es muy difícil de detener aun y cuando sea una disposición gubernamental me parece que no va a cambiar y que el respeto a lo dispuesto no existe"
esther
17/1/20 9:52
Aquí se trata de la solidaridad que está muy ligada al sentido del deber. Porque por supuesto que sólo de pasar por las paradas y ver a tantas personas y ser tú una de ellas, que pare un "carro del estado" y te proporcione esa "botella" pues te llena de alegría, perooooo no es que dejemos de agradecer, más allá de todo ese es el deber de esos directivos o quiénes conducen un transporte que ha sido asignado para trabajar en función del estado. Vivo orgullosa de ser cubana, pero hya cuestiones como estas de las que trata el tema que deben legislarse, "el que vaya vacío para seguir a su aire en un vehúlo estatal" además de ser multado en su trabajo debe ser juzgado por no cumplir con el código de ética.
arturo chang
21/1/20 7:54
Muy de acuerdo estamos todo con lo que usted dice: ""el que vaya vacío para seguir a su aire en un vehúlo estatal" además de ser multado en su trabajo debe ser juzgado por no cumplir con el código de ética."
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