Antes de los 70 del siglo pasado

Como quedó dicho el viernes último en Los 70 del siglo XX dedicaremos este espacio a recuerdos propios y ajenos de esos 10 años, pero antes de comenzar haremos referencia a lo que influyó en que esa década fuera así y no de otra manera, pero sin pretender lograr un texto de historia, ni tampoco ir más allá de los sucesos comunes y cotidianos.

Un año antes de comenzar 1960, la Mayor de las Antillas experimentó una transformación en la cual un militar montado en un alto e inquieto caballo ya no podría llegar a la bodega de mi padre a pedir tabacos sin pagar, lo cual tuve oportunidad de decírselo, por supuesto, cuando ya era un exmiembro de la inexistente Guardia Rural.

Eran días en que alguien como Guillermito, 3 ó 4 años mayor que yo, se incorporó con miles de otros jóvenes a enseñar a leer y escribir a los analfabetos de Cuba, mientras otros con un poco de más edad, andaban por el lomerío del Escambray para capturar bandidos.

Fueron jornadas que algunos califican de románticas, y en las que solo una exigua minoría se incluyó entre los llamados desafectos que rechazaron al Socialismo como camino escogido para lograr que en Girón —al decir de una frase popular de la época— se cambiaran mercenarios por compotas.

Si se tiran, quedan y Remember Girón, eran frases comunes, al igual que la Reforma Agraria va y, por supuesto, también la Reforma Urbana. Era un ambiente donde el negro Maco andaba por las costas cercanas a la trinitaria Playa Ancón, con una metralleta, y entre una ronda y otra se sentaba en un cajón de madera largo y estrecho para entonar cualquier rumba hasta que el sargento lo hacía callar y le prohibía fumar para no indicar su presencia al enemigo.

En una noche, asediado por mosquitos, jejenes y otros insectos, sin poder espantarlos con el humo de un tabaco, Maco dijo que acataba la orden de no fumar y dejarse picar, pero lo de no cantar y tocar el cajón como si fuera un tambor, eso sí que no porque “de todos modos… oye, si vienen esta vez será desde lejos: nos tiran la atómica, y yo: conteeeentooooooo…”.

Ya por esa fecha, los encopetados empleados de la central telefónica, la empresa eléctrica y los bancos andaban como los demás porque las grandes propiedades habían pasado a ser de todos y no de un dueño en particular, y mucho menos extranjero.

La escasez fue en aumento y en la mayoría de las ocasiones de forma brusca, hasta que un día de abril de esa década un buque soviético, al que en el puerto espirituano de Casilda llamamos barco ruso, llegó con el primer cargamento de combustible desde la URSS para inaugurar el Puente de la Amistad, lo cual fue semejante a un oleoducto que suministró el energético negado por EE.UU., quien también había rechazado comprar el azúcar cubano que entonces se dirigió al mercado del primer país socialista del mundo.

Estos hechos, y no dudamos que otros, marcaron el rumbo que tomaría la vida a partir de 1969, cuando comenzó lo que denominan zafra chica (en los meses finales del año), antesala de la Zafra de los Diez Millones, la del 70.

Y con estos apuntes, queda expedito el camino para comenzar de lleno, el próximo viernes, con los recuerdos de la década de los 70 del siglo XX.