Con excesiva frecuencia analistas con déficits de referencias olvidan que la unidad de Europa fue siempre un proyecto avanzado, realizado en el siglo XX por la izquierda moderada y ahora defendido por las fuerzas que ocupan el centro político europeo más amenazado por la derecha que por la izquierda.
George Washington escribió a La Fayette: "Algún día, sobre el modelo de los Estados Unidos de América, existirán los Estados Unidos de Europa…" En 1841 y 1871 en el Congreso Internacional de la Paz y la Asamblea Nacional Francesa respectivamente Víctor Hugo defendió la idea y en los años 20, aunque con matices, Lenin y Trotski, que adoptaron la terminología consideraron que la opción unitaria era para Europa parte del camino de la revolución.
Entre los precursores de la unidad europea con influencia política real se destaca Arístides Briand (1862-1932), socialista, varias veces primer ministro de Francia entre 1909 y 1929, participante en 26 gobiernos, fundador de "L′ Humanite", premio Nobel de la Paz en 1929, quien apoyó decisivamente la Sociedad de Naciones, uno de los artífices de los Tratados de Locarno 1925) y del Pacto Briand-Kellogg (1928) de incuestionable aliento europeísta y que en 1929 propuso la "federación de Europa". Concluida la II Guerra Mundial, Winston Churchill, uno de los artífices de la coalición antifascista retomó la idea.
La declinación de Europa frente a Estados Unidos comenzó desde el momento en que Norteamérica apareció como una opción preferida por la juventud, los hombres de negocios, los científicos y otros elementos claves de la civilización europea que por millones emigraron a Norteamérica, alcanzó dimensión político militar en 1898 cuando por intereses geopolíticos ligados a Cuba, el presidente William McKinley declaró la guerra a España, derrotándola en 90 días y se acentuó durante las guerras mundiales, en las cuales, dos veces en la misma generación, los estadounidenses intervinieron para rescatar a Europa de sí misma.
En los años sesenta, como parte del renacer político que para la humanidad representó la "Década Prodigiosa" que, entre otros eventos conoció la descolonización, el triunfo de la Revolución Cubana, la consolidación de la socialdemocracia europea, la oposición a la guerra en Vietnam, la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos y las decisiones del presidente Kennedy, la Primavera de Praga y el Mayo del 68 en Francia, Jean-Jacques Servan-Schreiber escribió El Desafío Americano (1967), una especie de "Manifiesto no Comunista" que esclareció a la opinión pública y las elites europeas al exponer las evidencias que mostraban la declinación del poderío económico, militar, científico y tecnológico de Europa frente a Estados Unidos.
Jean-Jacques Servan-Schreiber, en su juventud, ligado a de Gaulle de quien luego se distanció, fue la estrella del periodismo político europeo de su época; a los 25 años debutó en "Le Monde" y a los 27 fundó "L′ Express", el más importante diario de la izquierda moderada de entonces. Cuarenta años después "El Desafío"… es todavía el ensayo político de mayor éxito en Francia, el único que en su primer año fue traducido a 15 idiomas y alcanzó tiradas de millones de ejemplares y en el cual se sostuvo la tesis de que la creación de una Europa federal con una moneda única eran las únicas alternativas viables frente al empuje de Estados Unidos.
El tiempo ha pasado y después de la desaparición de la Unión Soviética, al consolidarse la unipolaridad norteamericana, remitirse la izquierda marxista y debilitarse la capacidad de maniobra de la socialdemocracia, se ha instalado la falsa impresión de que el escenario político europeo es todo derecha. Afortunadamente la evolución política de América Latina, donde ha surgido una exitosa corriente de izquierda moderada y no doctrinaria, que se ha sumado a la integración y la unidad, contrapesa la percepción negativa del panorama político.
Estados Unidos no mueve un dedo para ayudar a solventar la crisis de la deuda soberana porque estratégicamente la Unión Europa y la existencia del Euro son obstáculos a sus aspiraciones hegemónicas.
En su sutil oposición a la Europa unida, Estados Unidos contó siempre con un aliado suficientemente sometido como para servir de "Caballo de Troya", Gran Bretaña, que desde épocas pretéritas estuvo políticamente más identificada con Norteamérica que con la Europa continental, con la cual históricamente rivalizó sin llegar nunca a forjar una identidad real.
Precisamente porque comprendió el fondo de la maniobra y sabía de que se trataba realmente, durante más de una década Charles de Gaulle, vetó el ingreso de Gran Bretaña en la Unión Europea que sólo pudo acceder al conglomerado después que el viejo adalid de la independencia frente a Washington dejó el poder en Francia.
La alianza con Estados Unidos y no ninguna incompatibilidad explican la actitud saboteadora del primer ministro británico David Cameron frente al consenso de otros 24 países para paliar la crisis. Es falso que Inglaterra tenga intereses financieros incompatibles con la Unión Europea y que la adopción de una política y una disciplina fiscal común implicaría un atentado a los mercados de capital basificados en la City londinense.
En los hechos: si Europa y el euro pierden, ganará Estados Unidos, razón por lo que lo ocurrido me parece magnífico. Debido a los entendimientos alcanzados, la Unión Europea no sólo tiene oportunidades de sobrevivir sin Gran Bretaña y sin Estados Unidos, sino que puede hacerlo a pesar de ellos. Luego les cuento más. Allá nos vemos.
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