No me extraña que en América Latina alguien quiera ser parte de la OTAN; antes tuvimos la “Suiza de América”, un ejército que copió pasos y formulas prusianas y durante la II Guerra Mundial hubo brotes germanófilos. Todo eso ocurrió bajo la Doctrina Monroe. Después apareció el Tratado de Asistencia Reciproca (TIAR) una especie de OTAN de bajo presupuesto.
La Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN) fue fundada en Washington en abril 1949 para servir como instrumento en la confrontación con la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia. La alianza que mantuvo militarmente vinculados a los países occidentales cuando el fin de la II Guerra Mundial hizo ociosa la coalición anti nazi, fue uno de los protagonistas de la Guerra Fría.
La OTAN originalmente formada por 14 países, en 1952 sumó a Grecia y Turquía y en 1955 a la República Federal de Alemania. España originalmente excluida por la identificación del franquismo con el fascismo fue relegada hasta 1982.
La base de la entidad es un Tratado que fija como el principal objetivo la defensa colectiva que, en caso de que un país firmante sea amenazado, activa un mecanismo de “autodefensa colectiva. Para lograr que las fuerzas armadas del conjunto estén en disposición de asumir esa tarea, el acuerdo establece la cooperación para el fomento de las capacidades militares de los estados miembros.
La principal instancia de la organización es el Consejo del Atlántico Norte en el cual cada país tiene un delegado y es presidido por el Secretario General, cargo ocupado por el danés Anders Fogh Rasmussen. El Comité Militar de la alianza lo forman los jefes de estado mayor de los estados miembros. La estructura militar está constituida por dos mandos: el Comando del Atlántico y el de Europa
Con la reconversión de los países ex socialistas de Europa, el fin de la Unión Soviética, la desaparición del pacto de Varsovia y la reunificación de Alemania, pareció que la OTAN se tornaba irrelevante, imagen acentuada cuando en 1997 fueron formalizadas las relaciones de cooperación entre Rusia y la OTAN y por el anuncio del presidente Boris Yeltsin del desmantelamiento de los misiles que apuntaban a Europa.
Sin embargo Estados Unidos tenía otro proyecto: la expansión de la OTAN hacia el este para establecer un cerco en torno a Rusia, proceso iniciado cuando Polonia, Hungría y la República Checa fueron invitadas a integrar la organización, empeño al que luego se han sumado otros países del espacio ex soviético, lo cual ha devenido un foco de ficción con Rusia.
Aunque del dicho al hecho media un trecho, no deben subestimarse las intenciones manifestadas por el presidente colombiano Juan Manuel Santos de ingresar a la OTAN, cosa que puede tomar algún tiempo pero que de inmediato promueve un ambiente que socaba profundamente los esfuerzos y los avances de la integración latinoamericana. Obviamente Estados Unidos y Europa y probablemente países de la región respaldarán la intención colombiana.
De momento el clima político latinoamericano se ha enrarecido. Una cosa es segura: una gran maniobra imperial está en marcha: el momento es de alerta. Allá nos vemos.
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